DESENFOQUE DE 2

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EL PODER DE LA MIRADA

sábado, 14 de marzo de 2015

"EL CABALLO DE TURÍN" LA MEJOR PELÍCULA DEL SIGLO XXI

LOS IMPRESCINDIBLES DE ENRIC139

VALORACIÓN: 5/5  La mejor película del siglo XXI (Una película de locos para cuerdos o 
viceversa)

EL CABALLO DE TURÍN 2011 Béla Tarr


¿Quién es Béla Tarr? 
Con diez años de edad una madre lleva a su hijo a un casting de la MTV, pero no se trata de la MTV (Music TV) que todos conocemos en el mundo moderno de hoy, donde se proyectan programas de música de Lady Gaga, Madonna o Britney Spears entre otros; sino de la Magyar Televizió, televisión nacional húngara bajo el control del régimen comunista del Pacto de Varsovia en plena Guerra Fría. El casting era para una adaptación de la novela de León Tolstoi "La muerte de Ivan Illich" y el niño, obtuvo el papel de hijo del protagonista. Ese niño era Belá Tarr, quien a parte de otro pequeño papel nunca más mostró intenciones de ser actor y sí de estudiar filosofía. Pero tras dirigir un modesto film que trataba sobre trabajadores gitanos, el gobierno húngaro le prohibió el acceso a la universidad, lo que hizo que se decidiera por la dirección de cine como profesión definitiva, aunque como es evidente, el filósofo quedó atrapado en su interior aprovechando cualquier posibilidad para emerger al exterior con su obra cinematográfica.
Lo siguiente es averiguar de dónde surge la idea de "El Caballo de Turín", para lo cual hay que recurrir a un episodio de la vida de Friedrich Nietzsche acaecido en los últimos días de lucidez del filósofo nihilista, cuando envía sus llamadas Cartas de la locura, las cuales firma como El Crucificado. Dicho episodio narra como el 3 de enero de 1889 Nietzsche sale de su habitación en Turín e impactado por la escena de un cochero azotando sin piedad con el látigo a su caballo exhausto que incapaz de soportar la carga, se niega a seguir tirando del carro, se abre paso entre la multitud y se abraza al caballo entre lágrimas desconsoladas. Nietzsche se niega a dejar de abrazar al caballo bajo ninguna circunstancia y le pide disculpas por tal brutalidad en nombre de la humanidad. Mientras, la policía llega para hacerse cargo del asunto, pero solamente cuando el dueño de la pensión donde estaba alojado el filósofo y que era también propietario de un kiosco en la plaza pública donde sucedieron los hechos se acercó, Nietzsche soltó al caballo para abrazarse a él. A partir de aquél día el filósofo se hundió en la demencia y así vivió bajo los cuidados de su madre y hermanas hasta su muerte.

Nietzsche en sus últimos años de locura
Es Lázslo Krasznahorkai, escritor nihilista húngaro y colaborador habitual de Béla Tarr, el que tras finalizar la representación de una de sus obras en 1995, sale al escenario y plantea la siguiente cuestión: "Todos sabemos lo que después de esto pasó con Nietzsche, pero ¿qué sucedió con el caballo?" Ahí es donde Tarr recoge el pañuelo y deciden buscar alguna respuesta a una pregunta que a ambos les conmovió profundamente, para ello comienzan a rumiar en su cabeza el proyecto de "El Caballo de Turín". La pospusieron varios años ante la aparente incapacidad de encontrar la respuesta, Krasznahorkai apareció durante una pausa del rodaje de "El hombre de Londres", e insistió en la cuestión que tenían pendiente, siendo la respuesta una obra de arte que comentaré a continuación.


La película se divide en seis días, los mismos que tardó dios en crear el mundo según nos cuenta la Biblia, cuestión que Tarr utiliza para hacer lo contrario, dejar que se destruya. Toda la trama rueda en torno a un padre anciano y su hija, los cuales dependen para sobrevivir de un caballo cuya salud es ya muy frágil. Ambos viven en casi absoluta soledad en medio de un valle sometido al azote de las inclemencias del tiempo. Una casa en mitad de la nada con un pozo del que se proveen de agua y unas cuantas patatas como único sustento, que serán cocinadas para ser comidas con las manos. 


Tarr eligió el lugar de rodaje porque había un árbol enorme y solitario que le llamó la atención. A partir de ese árbol, a modo de icono, hizo construir a gentes del lugar la casa y el establo para el rodaje con materiales del lugar y con los menos artificios posibles.
Árbol que hizo que Tarr decidiera el lugar de rodaje

Tras una voz en off que relata el episodio anteriormente descrito de Nietzsche, el film se inicia con un plano secuencia (toda la película está compuesta por solamente 30 tomas para 146 minutos de metraje) en el que un anciano conduce una carreta contra un despiadado viento que azota tanto su rostro, como el del caballo que trata de resistir tan adversas condiciones. La cámara de una forma que Tarr parece no querer revelarnos, se las ingenia para seguirlos de manera que parezca que somos todos nosotros los que estamos recibiendo tal castigo. Por fin llegan a la casa en mitad de la nada y allí son recibidos por la hija del anciano. El papel del anciano está representado por Volker Spengler (uno de los actores fetiches del director R.W. Fassbinder) y el de la hija por Erika Bók (camarera descubierta como actriz por Tarr para su anterior película El hombre de Londres).
Tras la llegada comienza el discurrir del día a día, de la lucha del hombre contra los contratiempos y las adversidades (hay que apuntar que el anciano tiene un brazo paralizado y depende de su hija para vestirse y desvestirse).  Primero, el caballo comenzará a enfermar, con lo que un medio de subsistencia quedará fuera de servicio. Más tarde, un grupo de gitanos aparecerán e intentarán agredir a la hija, así como saquear el pozo, teniendo el anciano que recurrir a un hacha para ahuyentarlos. Otro día, cuando como cada mañana la hija sale al pozo a buscar agua, descubre que el mismo se ha secado, con lo que este hecho significa para su supervivencia. 
Tarr quiere decirnos que cada día se pierde algo de forma rutinaria, parece que quiere llamarnos la atención por permitir que colaboremos en la destrucción del mundo; por una parte ocupándonos de cosas muy superficiales y por otra descuidando lo esencial.
Si caemos en la rutina de dejar que los días pasen sin más, sin pensar en lo que sucede o está por venir, podrían darse situaciones que nos llevaran al fracaso como sociedad. Pasamos de un pensador ridiculizado por abrazarse a un caballo maltratado, a gente rutinaria e insensible que depende de ese mismo caballo. Es esa la paradoja que creo que nos ofrecen como respuesta Béla Tarr y Lázslo Krasznahorkai a la pregunta que se hicieron en 1995. Si somos incapaces de ser humanos para defender del sufrimiento gratuito al otro, acabaremos siendo maltratados por ese mismo principio destructor. Si no somos capaces de escuchar los gritos de nuestra conciencia, acabaremos siendo eliminados de una forma muy silenciosa. Para ilustrar esta paradoja apocalíptica, nada mejor que permitirme citar al propio Nietzsche en un par de sus aforismos:


Ver y oír mal - "Quien ve mal, siempre ve algo de menos; quien oye mal, siempre oye algo de más" 


Crítica de los animales - "Me temo que los animales consideran al hombre como un ser igual a ellos que ha perdido, de una manera sumamente peligrosa, el sano entendimiento animal - lo consideran como el animal que delira, que ríe, que llora, que es desgraciado."


Aforismos de Nietzsche




No podemos quedarnos tras la ventana mirando como pasa el tiempo, tal y como Béla Tarr está acostumbrado a mostrarnos a sus personajes (es una de sus características, largos planos que se inician y continúan a través de una ventana), sino que debemos reflexionar sobre lo que sucede o puede suceder. No podemos confiarnos a una rutina pensando que todos los días van a ser iguales, que lo que no vemos no sucede o que lo que nos cuentan es como nos lo cuentan. Tenemos que recuperar la capacidad de reflexionar e interactuar; hacer que nuestros jóvenes no se queden tras la ventana de un televisor sin ver  en persona lo que sucede, escuchando solamente o dejando pasar la vida...
Pero tampoco podemos obligarlos a vivir nuestra vida tirando de nuestro carro, como le sucede a la hija del protagonista de la película... 


Terminar diciendo que Béla Tarr, tras el fin del rodaje de "El Caballo de Turín" decidió retirarse de la dirección de cine, considera que él ya ha dicho todo lo que tenía que decir, ha cerrado el círculo. 
Cuando le preguntaron si le interesaba que "El caballo de Turín" sonara para el Oscar respondió lo siguiente:
"¿ESTÁ BROMEANDO? Eso es sólo showbussines, y yo aún creo que el cine no es parte de la industria del espectáculo sino que es el séptimo arte".

 Ahora dedicará sus esfuerzos a producir y enseñar a nuevos talentos que no tienen ninguna oportunidad. 




ENRIC139










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